martes, 15 de marzo de 2016

La buena acción del día #HistoriasPoliciales


         Tampoco es que sea nada importante, pero hoy me hace ilusión contarla. Además, si a alguno os pasa, ya sabréis cómo actuar.
         Después de volver de trabajar, como cada medio día, he bajado a Dualla a que trotase un poco por el parque. Vivo en una zona rodeada de ellos, así que tengo donde elegir. El azar me ha llevado a uno que bordea varios campos de fútbol. En un momento determinado, se ha puesto así:


         No le he hecho demasiado caso. Con cualquier novedad se sorprende. Hasta que he reparado en que había una moto apoyada en una valla, en un sitio poco accesible. Solo los que paseamos perros nos fijamos en sitios así. Al principio me ha parecido que la habría dejado alguien poco cívico mientas hacía algún recado, pero había una serie de señales extrañas. En primer lugar, estaba fuera de cualquier ruta lógica. No hay cerca casas ni negocios. Si fuera de alguien que estuviera pasando un rato con su pareja o mirando las cotorras invadir la ciudad (de las que vuelan, digo, de las otras ya estamos invadidos) estaría cerca. Así que me he acercado a mirarla de cerca:
        

         La moto olía a pintura barata negra, que no cubría bien los colores originales que asomaban por debajo: rojo y azul. Su estado general era aceptable, hasta llegar al clausor, que mostraba indicios claros de estar forzado, con una hendidura longitudinal y abolladura en el centro. Vamos, que todo indicaba que estaba robada, así que —y aquí viene el milagro maravilloso— he hecho lo que a nadie se le había ocurrido antes: llamar al 091. La policía que me ha atendido, amable y profesional, enseguida me ha confirmado que el vehículo estaba robado. Su dueño había denunciado la sustracción esa misma mañana, después de dejarla bien aparcada la noche anterior.
         Así, pues, la Sala ha despachado un vehículo zeta que pronto se ha presentado y se han hecho cargo del asunto. En menos de media hora desde que han aparecido, el dueño, un chaval, ha llegado más ilusionado que enfadado y todo ha acabado bien.
         Luego, hablando con otros dueños de perros, me han contado que han visto la moto ahí desde al menos las siete de la mañana. A nadie se le ha ocurrido descolgar el teléfono. Cuesta poco esfuerzo y haces feliz a alguien. Seguro que en caso contrario todos querríamos que recuperasen nuestro vehículo.
         ¿Y la moraleja? Que llamar al 091 cuesta muy poco y estás ayudando a alguien. Que si todos fuésemos un poco más solidarios, mejor nos iría.


         *Una pequeña licencia me he permitido: por mi condición, he llamado a un compañero antes que me ha confirmado que la motocicleta estaba sustraída. La mayor parte de los mortales no tenéis ese privilegio, pero tampoco es necesario. Y paseando al perro ni siquiera he perdido tiempo porque de todas formas iba a estar en la calle.